Joven atropellado por carro de Carabineros en Santiago: “Fue un acto homofóbico”

Nicolás y su novio fueron atropellados por un carro lanza gases de Carabineros. Iba a toda velocidad en dirección contraria al tránsito.

Por Airam Fernández, desde Santiago de Chile

La noche del miércoles 19 de noviembre, Nicolás Méndez y su novio volvían a casa después de hacer unas compras puntuales en un almacén del barrio donde viven. Caminaban tomados de la mano, como acostumbran hacerlo, y al llegar al cruce peatonal que conecta las calles Santa Lucía y Agustinas, en el centro de Santiago, fueron atropellados por un carro lanza gases de Carabineros. Iba a toda velocidad en dirección contraria al tránsito.

En conversación con Presentes, Nicolás recuerda que el reloj marcaba las 21:40. Recuerda que él y su novio dieron unos pocos pasos mientras el semáforo estaba en verde para peatones. Nadie caminaba cerca de ellos en esa zona que hace más de un mes suele quedar desierta apenas se pone el sol, por su proximidad con Plaza Italia, la llamada “zona cero” desde que estallaron las protestas y la represión policial en Chile. También recuerda haber visto solo a dos vehículos particulares esperando la luz del semáforo para avanzar. “Solo ellos fueron testigos, pero no se acercaron a ayudarnos cuando el carro de Carabineros se retiró y nos dejó a ambos tendidos en el piso”, cuenta.

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“Fue un acto abiertamente homofóbico. No existe otra justificación para lo que hicieron”, asegura Nicolás, sociólogo de 26 años. Sobre todo porque esa noche, justo donde ellos estaban, no hubo protestas ni enfrentamientos. Y también porque ese día, a diferencia de otros, Nicolás no se unió a ninguna manifestación en la calle. “Salgo a protestar todos los días desde que esto comenzó porque entiendo y comparto las demandas del movimiento. Pero en ese momento, a esa hora y en ese lugar sólo estaba comprando cosas para comer y para llevar a mi casa. Creo que para ellos, ver a dos homosexuales caminando de la mano en un periodo complicado para la ciudad resultó el momento oportuno para cometer algún acto que pasara desapercibido entre toda esta complejidad”, relata.

“No fue suficiente con atropellarnos, nos lanzaron lacrimógenas a dos metros de distancia”

La pareja Nicolás quedó sobre el capó del vehículo y luego cayó al piso. El carro le pasó por encima. Ante la impresión del momento, Nicolás admite que su respuesta fue gritar algo a los policías. “Pero la respuesta de ellos fue mucho más violenta: no fue suficiente con atropellarnos, nos lanzaron lacrimógenas a dos metros de distancia, directo a la cara. Creí que me iba a morir ahogado, sentí que las vías respiratorias se me quemaban, no podía ver nada, no podía respirar y me ardía la piel. Cuando vieron que nos dejaron casi anulados, se fueron”, recuerda Nicolás.

Heridos y golpeados como estaban, caminaron unas cuadras más arriba gritando ayuda. Por suerte se encontraron con unas personas que les dieron agua y bicarbonato, para contrarrestar el efecto de los gases. Apenas se recuperaron, corrieron a casa. Al día siguiente, Nicolás fue a una clínica porque sentía mucho dolor. No podía mover ni el cuello ni el hombro izquierdo.

Le diagnosticaron una contractura en la zona cervical y le indicaron un tratamiento durante una semana.

Su novio es venezolano y decidió curar él mismo las heridas y cortes que el choque le dejó en la piel. La razón de no ir a un centro de salud es que su cédula chilena está vencida y no puede renovarla hasta que el Departamento de Extranjería y Migración apruebe su residencia permanente en el país, que está en trámite desde hace varios meses. Tampoco tiene pasaporte vigente ni los medios para renovarlo, pues por ahora está desempleado y un pasaporte venezolano nuevo cuesta más de 200 dólares. “Sin documento de identidad no lo iban a atender en un hospital. Menos en una clínica, así es la salud en Chile. La única manera era pagar una consulta particular y es muy caro para un migrante”, explica Nicolás. 

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Lo que sí hicieron fue denunciar el caso ante el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) y ante el Instituto de Derechos Humanos (INDH), que desde el 18 de octubre y hasta el 25 de noviembre contabiliza al menos cinco personas muertas a manos de agentes del Estado, más de 2.700 heridos por perdigones, armas de fuego no identificadas, disparos de bala y balines, incluidas 232 personas con lesiones oculares por acción de fuerzas especiales en el contexto de las manifestaciones.

“De nuestra parte, pedimos a la Dirección de Derechos Humanos de Carabineros que investigue y sancione a los responsables de esta desatada y descontrolada violencia”, dijo Oscar Rementería, vocero del Movilh.

Presentes intentó comunicarse con Carabineros de Chile, pero hasta el cierre de esta nota no hubo respuestas. Nicolás y su novio están físicamente bien y terminando su recuperación, pero emocionalmente muy afectados. También tienen miedo de volver a las calles a protestar: “Yo creo que las fuerzas del Estado de este país son profundamente machistas y homofóbicas, no respetan ni las libertades ni los derechos básicos de las personas y al menos a mí me da mucho miedo volver a salir en ese contexto con mi pareja”, dice Nicolás.

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