La justicia paraguaya condenó por primera vez un transfemicidio

El Tribunal de Sentencia de la ciudad de Luque (a 10 km de Asunción) declaró culpable a Blas Enrique Amarilla del asesinato de Romina Vargas, y le aplicó la sanción máxima de 25 años de cárcel.

Por Jess Insfrán y Juliana Quintana

Fotos: Jess Insfrán

El Tribunal de Sentencia de la ciudad de Luque (a 10 km de Asunción) declaró culpable a Blas Enrique Amarilla del asesinato de Romina Vargas, y le aplicó la sanción máxima de 25 años de cárcel. Es la primera condena en Paraguay por el asesinato de una persona trans. 

Amarilla asesinó a Romina Vargas de dos puñaladas en octubre de 2017 en San Lorenzo, Gran Asunción. Romina había salido con una amiga, cuando fue atacada en vía pública por “el cuchillero de travestis”, como se lo conoce en los medios de comunicación. La Fiscalía caratuló el caso como “homicidio doloso” porque en Paraguay, el transfemicidio no está tipificado y pidió la pena máxima para el acusado (25 años más 5, por medidas de seguridad). El informe forense reveló que fue por un shock hipovolémico por la herida del arma blanca. 

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El juicio comenzó a las 10:30 de la mañana. La defensora pública Rocío Lucena no se presentó al juicio oral. En su reemplazo, Fernando Cristaldo representó a Amarilla. El abogado de la defensa solicitó al tribunal una pena menor a 15 años, utilizando argumentos como que“asiste con regularidad a la iglesia del penal” y que tenía “problemas mentales”. Sin embargo, para la fiscalía los exámenes psicológicos y psiquiátricos demostraron que Amarilla era consciente de sus actos. 

Además, el transfemicida -que en otras ocasiones ya había intentado asesinar a Maida Bordón, Sheila Aguayo e Yren Rotela-, reconoció haber sido autor del crimen y su odio hacia la comunidad trans. “No entiendo por qué me detienen, si a la sociedad no le importa si uno de ellos muere”, manifestó. Según consignó Yren Rotela, activista de Panambi y defensora de derechos humanos, el acusado Blas Amarilla había atacado a más mujeres trans que se encuentran recluidas en el penal de Tacumbú. 

La fiscala que llevó el caso, Ana Girala, dijo a Presentes que había pruebas sobradas que daban cuenta de un crimen de odio hacia el colectivo trans. “Se lo detuvo a Blas Amarilla con la evidencia en su poder. Con las pruebas de laboratorio, se corroboró que el cuchillo tenía sangre y que fue el arma utilizada para cometer el hecho punible. La persona que se encontraba con la víctima también reconoció como elemento jurisdiccional de prueba, y dio su versión ante este tribunal. Fue clara, contundente y específica en el relato de los hechos como sucedieron”, explicitó. 

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Para mí es demasiado importante porque es la primera vez que un ente público visibiliza la necesidad que tenemos. No es porque queremos estamos en la calle. Es porque no tenemos otra opción de trabajo, porque este Estado nos discrimina”, contó Yren. 

Girala indicó que Amarilla al final del juicio reconoció el hecho y pidió perdón a la familia. “La no discriminación está prevista en la Constitución nacional y es hacer valer el derecho y buscar justicia en representación de ella, ya que los parientes no se han hecho presentes por la misma discriminación de la cual ella venía siendo víctima”, siguió la investigadora.

 

Entre las organizaciones que acompañaron el juicio en Luque estuvieron Panambi, Escalando, Aireana y Transitar. “Para mí es un momento histórico y trascendental en la lucha trans porque es el primer juicio público donde hubo una sentencia a nuestro favor. Valoramos el esfuerzo y el trabajo de la fiscalía porque presentó todos los elementos y se mantuvo firme. Fue una lucha de resistencia, de empoderamiento. Creemos que hoy empieza un momento en la historia en que la justicia también existe para nosotras”, expresó. 

Desde la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner hubo 61 casos de asesinato de personas trans y, hasta hoy, no había habido una investigación ni condena para ninguno de ellos. 

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