Necesitamos un 8 de marzo con justicia arcoíris

Desde Presentes hemos conversado con tres activistas LGBT para saber por qué marchan este 8 y esto es lo que nos respondieron:

Por Vero Ferrari, desde Lima 

Foto: Esteban Marchand 

En el Perú existen ciudadanías de segunda categoría que pueden ser fácilmente identificadas. Son aquellas que continuamente tienen que estar arrancándole derechos al Estado, que no pueden descansar ni un solo día porque si no el Congreso ya les está queriendo arrebatar lo poco que han logrado. Son las que no pueden bajar los brazos ni en su día ni ningún día, porque saben que si no están, el peso de la ausencia les pasará factura y que frente a la despolitización, neutralización y aplanamiento de las demandas tienen que levantarse una persistente protesta.
En este contexto, el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, encuentra a estas ciudadanías con 31 feminicidios y dos crímenes de odio a cuestas, una demanda judicial que lleva casi dos años contra el enfoque de género en la educación para sacarlo del currículo nacional, y el avance de los fundamentalismos que niegan nuevamente la humanidad de las mujeres y los LGTBI+, negando también las violencias cotidianas que vivimos.

Desde Presentes hemos conversado con tres activistas LGBT para saber por qué marchan este 8 y esto es lo que nos respondieron:

Miluzka Luzquiños, activista trans, recientemente reconocida por el Ministerio de Justicia como defensora de los derechos humanos y directora de la organización TRANS.

“Este 8 de marzo, en lo personal, paro y marcho por el derecho a ser feliz, derecho que se nos ha negado históricamente al no tener una ley de identidad de género que nos reconozca como personas trans en el Perú. Marcho también por el acceso laboral, por el acceso a la salud integral, ya tenemos una norma técnica para terapia hormonal de mujeres trans implementada en un 50%. El Estado ha comprado las hormonas, las tiene listas para su distribución, pero estamos alerta porque no ha capacitado a los endocrinólogos para que puedan acompañar el proceso de feminización. A la vez no podemos hablar ni siquiera de salud primaria para las mujeres trans que viven bajo la línea de la pobreza. Ahí hay que resaltar el tema de la pobreza porque algunas no nacen pobres, sino que las familias les imponen la pobreza cuando afirman su identidad de género o comienzan su transición. Aquí hablamos de dos pobrezas: la pobreza nata, la que nace pobre y tiene que estar en situación de calle, en trabajo sexual, en violencia, y la que no nace pobre, la que transita a los 17, a los 26 o a los 50 años con una familia. Como organización marchamos para fortalecer los liderazgos porque creemos que las mujeres trans necesitan fortalecer sus bases, necesitan escuchar de más feminismo, necesitan hablar de sororidad, necesitan reconocer nuevos liderazgos”.

María Ysabel Cedano, activista lesbiana, abogada y directora de DEMUS-Estudio para la Defensa de la Mujer.
“Una primera cosa que yo creo es que debemos ser muchas mujeres lesbianas, pero estamos condenadas a vivir absolutamente en el clóset por la ferocidad con la que nos podrían violentar si somos visibles, y esto lo veo en muchas compañeras indígenas, amazónicas o andinas, en muchas defensoras del cuerpo y el territorio que jamás se atreverían a manifestar su orientación sexual, que jamás podrían decir que son lesbianas, que preferirían cumplir con los mandatos del matrimonio, de la maternidad, casarse y tener hijos. ¿Cómo se puede vivir de una manera plena si tienes que esconderte de quienes, se supone, son tus compañeros de lucha? Y ahora que ‘Con mis hijos no te metas’ está haciendo un trabajo territorial, se pone peor, porque con la campaña de la ‘ideología de género’ la gente cree que el feminismo lesbianiza, que homosexualiza, que ataca a la familia, y sobre todo a la idea de dios, que cuestionar que la sexualidad, la reproducción y la vida en general no tiene que ser como dice la religión, creen que negar la religión es como negar a dios. Pero no es así, dios es, para muchos, en lugares donde la pobreza es tan grande, lo que les da el sentido de esperanza o consuelo. Pienso en las compañeras de los barrios, de los sectores populares.

Este 8 de marzo, como lesbiana, marcho porque el Poder judicial declare infundada la demanda contra el enfoque de género, que garantice mi derecho humano a la educación con este enfoque. Porque es un deber del Estado romper con siglos de una educación que hace creer que la sexualidad está regida por dios, la religión o la moral de algunos. Marcho para que la política de igualdad de género pueda recoger no solamente la educación con enfoque de género como una de las palancas de cambio, sino para que haya una adecuación de la norma a lo que ha señalado la Corte Interamericana sobre las relaciones de pareja, sobre identidad de género. También porque haya realmente servicios especializados en atención a LGTBI+, porque los Centros Emergencia Mujer no están haciendo una buena labor. Hace unos días he tomado conocimiento hasta de dos agresiones contra lesbianas, y lamentablemente no han tenido dónde ir, cuando han acudido al CEM les han dicho que solo las pueden orientar, pero que necesitan atención psicológica, entonces sí necesitamos que el personal del Estado esté capacitado para entender bien estos casos, que no perpetúen la impunidad, y ahí hay una responsabilidad del Estado”.

Jheinser Pacaya, activista gay, coordinador del Comité de Diversidades Feministas del partido político Nuevo Perú
“Este 8 de marzo, más que salir a marchar, voy a acompañar a las mujeres feministas porque considero que un primer paso para unirme a la lucha contra la violencia hacia las mujeres, contra el feminicidio, contra el patriarcado, es reconociendo mis privilegios, es por eso voy a acompañar a las lesbianas que históricamente vienen siendo violentadas con violaciones correctivas, por todas las compañeras trans que no podrán estar porque están en estado de vulneración ya que el Estado les niega la identidad, educación, trabajo. En mi condición de hombre gay, más allá de ser una marica, sigo siendo un hombre cisgénero, y es en esta condición de hombre que invito a todos los compañeros que se identifican con esta lucha a primero considerar sus privilegios, no opaquemos ni tratemos de liderar ningún espacio de lucha de las mujeres, acompañemos”.

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