Rodríguez Redondo, director de Marilyn: «Ser pobre y trans es ser doblemente oprimidx»

Marilyn es una película basada en hechos reales: la de un joven del interior hostigado y maltratado cuando inició su transición. Se estrena este jueves y viene de ganar premios en varios festivales.

Por Paula Bistagnino

Tiene 17 años. Vive con su familia en el campo, donde son puesteros de una estancia. Oprimidos por el patrón, tienen una vida dura de trabajo y carencias. Pero el adolescente soporta además el maltrato de su madre y su hermano, que no aceptan que es homosexual. Los jóvenes del pueblo lo hostigan y lo apodan «Marylin». Y así se llama la ópera prima del director Martín Rodríguez Redondo, basada en una historia real que ocurrió en 2009 en la zona rural de Magdalena, provincia de Buenos Aires.

 

“Es una historia puntual que sucede en Argentina pero a pesar de ser un caso extraordinario por su desenlace, la cuestión de fondo creo que es bastante universal y aplica a toda América Latina”, dice Rodríguez Redondo. El realizador nacido en 1979 y que antes había estrenado el cortometraje Las liebres sabe de qué habla cuando habla de discriminación.

Creo que todas las personas del colectivo LGTBIQ+ hemos vivido en algún momento de nuestras vidas algún tipo de discriminación o violencia, ya sea física o verbal –dice-. En ese sentido, no sentía que fuera diferente. Pero empecé a ser más consciente de que el colectivo travesti y trans siempre fue el más relegado dentro del colectivo LGBTIQ+ y que había historias de mucho dolor y desarraigo en sus vidas. Y entender que la expectativa de vida de una persona trans no supera la expectativa de vida de las personas en la Edad Media, en pleno siglo XXI, es algo completamente inaceptable. Es una violación a los derechos humanos básicos. Por suerte, en los últimos años ha habido cambios al respecto y se está llevando adelante una lucha histórica y admirable”.

El filme llega a su estreno en Argentino con varios premios: Mejor largometraje en el Festival de Cine Queer Lisboa y Mejor película de ficción en Tel Aviv Festival Internacional de Cine LGBT.  Y el actor Walter Rodríguez fue elegido Mejor Actor Protagónico en el Festival Audiovisual Bariloche (FAB).

Este es tu primer largometraje, ¿por qué decidiste contar esta historia entre todas las historias posibles?

-Es difícil determinar la real motivación que lleva a uno a contar una historia y no otra. En principio, me llamó la atención la noticia y simplemente decía “Un adolescente mató a su madre y a su hermano en un campo”. Ese fue el interés inicial. Después, a medida que empecé a seguir el caso en los medios, apareció el componente de la identidad sexual reprimida como motivación del crimen.

El caso de Marilyn Bernasconi sucedió en mayo de 2009 y al poco tiempo se empezó a discutir la Ley de Matrimonio Igualitario. Me parecía interesante ese contraste entre los avances legales que se iban dando y cierto comportamiento retrógrado que continuaba (y continúa) existiendo. Y luego de la aprobación de la Ley, se empezó a instalar cierta idea de que la discriminación estaba superada. Me pareció que eso no se correspondía con la realidad de este adolescente en el campo bonaerense, y quise indagar en una historia que no parecía interesarle demasiado a nadie.

Incluso la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) no se pronunció al respecto de este caso. Había cierta incomodad y negación con la historia de Marilyn. Y ese fue otro motivo para mostrarme más interesado en indagar sobre el tema. Al día de hoy, con Ley de Matrimonio Igualitario y Ley de Identidad de Género, y con todo lo que se avanzó al respecto, sigue habiendo discriminación y violencia contra el colectivo LGBTIQ+. Lo vemos diariamente en las noticias. Puede que estemos mejor en ciertos ámbitos urbanos y/o determinados barrios de los grandes centros, pero la realidad en el conurbano o pueblos más alejados es bien diferente.

-Hay dos elementos en la historia que ponen matices a los lugares comunes o prejuicios para contar historias: la víctima puede ser victimario y la madre es más represora que el padre con la identidad de su hijo. ¿Te interesó contar esto?

-Desde el principio me interesó contar la historia de un acorralamiento: una familia que es acorralada por el dueño del campo y el entorno social, y un adolescente que a su vez es acorralado por su propia familia y el pueblo. En ese doble acorralamiento es que no hay víctimas ni victimarios, o más bien es que hay víctimas que son a su vez victimarios.

La familia es una víctima de un sistema social más amplio, lleno de prejuicios e ignorancia y a la vez es victimaria de su hijx. Y Marcos/ Marilyn es víctima de la violencia social y familiar y a la vez termina siendo victimario de su familia.  Lo habitual es que alguien que es víctima de bullying y discriminación termina suicidándose o siendo asesinado, es la víctima que continúa siendo víctima. Este caso era mucho más complejo e interesante al respecto. Porque me parece que en la victimización absoluta a veces perdemos la capacidad de reflexión de algo más amplio. Y eso más amplio son las estructuras sociales que sostienen este tipo de situaciones cotidianas.

Por otro lado, también me había resultado interesante que en este caso particular era la madre la que sostenía una estructura machista. Habitualmente se piensa que son los hombres los más machistas y represores. Y esa complejidad también me parecía interesante de retratar. El personaje de la madre no hace lo que hace por maldad, lo hace porque reproduce una educación y una moral inculcada socialmente.

-¿Cómo fue el proceso y cuáles fueron las dificultades de llevar al cine una historia real?

La película está inspirada en hechos reales, no es exactamente la misma historia de vida de Marilyn. Suponiendo que uno puede reproducir exactamente los hechos de una vida, cosa que no creo posible, siempre están teñidos por nuestra subjetividad. En ese sentido, Marilyn se inspira en el relato subjetivo de la propia Marilyn Bernasconi. Porque no había forma de acceder a los otras personas vinculadas a la historia ya que estaban todos muertos. Tenía que imaginar a partir de ciertos elementos, pero sin ninguna intención de ser fiel a la realidad sino de ser fiel a una subjetividad.

Quizás lo más difícil de llevar al cine esta historia real, es lo que mencionaba respecto de la imposibilidad de ser fiel a los hechos. Me llevó un tiempo entenderlo y trabajar la estructura narrativa y la psicología de los personajes más en función de una película que en función de una fidelidad con la realidad.

Apenas leí sobre el caso, me contacté con su abogado y pude ir a entrevistar a Marilyn varias veces a la cárcel. La primera vez que fui, algunos meses después del crimen, Marilyn todavía no había asumido su identidad femenina. Ya estaba iniciando su proceso de transición, dejándose el pelo un poco más largo y maquillándose un poco. Pero todavía no había asumido el nombre de Marilyn.

Fueron entrevistas muy largas, donde hablamos de todo y profundizamos en los vínculos con su familia. Y posteriormente accedí a un diario íntimo que Marilyn había escrito y titulado “El sufrimiento por no ser igual”. La última vez que fui a visitarla ya era Marilyn y había asumido su identidad femenina, a pesar de no haber hecho el cambio en su DNI.

-El film describe la hegemonía -o el absolutismo- de lo binario pero también el clasismo en nuestras sociedades. ¿Cómo juegan la pobreza y la disidencia sexual?

-Me interesan los personajes que se salen de la norma porque en sociedades machistas como la nuestra, el entorno hace un intento violento por reencauzarlos dentro de la “normalidad”. Son cuerpos que incomodan con su presencia. La disidencia sexual en nuestra sociedad es incómoda, desafía los límites de lo aceptado y por eso se vuelve política. Ser pobre y homosexual o pobre y trans es ser doblemente discriminado y oprimido. Un gay pobre no tiene el mismo valor que un gay que vive por ejemplo en Palermo. Esa discriminación interna existe dentro del propio Colectivo LGTBQ+.

Marilyn también es la historia de un doble acorralamiento, por ser pobre y por tener una sexualidad disidente.

-Venimos del Oscar a una película chilena sobre una chica trans, Una Mujer fantástica, y del crecimiento de cine LGTBI, ¿cómo ves esa “explosión” y cómo entra Marilyn?

Creo que es positivo. A pesar de tener grandes diferencias con cierto tipo de cine LGTBI que sólo muestra cuerpos atractivos y deseables dentro de los parámetros de la sociedad contemporánea e historias fácilmente digeribles para la mayoría. Pienso que es un cine que niega el sufrimiento, la ambigüedad y también la marginalidad y la pobreza.

Marilyn busca ubicarse en un lugar diferente, más incómodo si se quiere. Pero a la vez más complejo, y desde mi punto de vista, más realista. Marilyn es una película que empecé a desarrollar en el año 2010 y que finalmente se estrena en un momento completamente diferente, donde hay una masividad con respecto al tema obtenida gracias al Oscar a “Una mujer fantástica”. Me parece bueno que se haya instalado el tema de forma masiva y que se haya llegado a un público muy amplio.

Pero para llegar a ese público se hicieron ciertas concesiones. Básicamente porque “Una mujer fantástica” es una película que no molesta a nadie, no incomoda. Es una película bienpensante y progresista, donde la protagonista completamente maltratada y humillada es siempre “una buena persona”. Nunca reacciona de forma violenta frente a la opresión y maltrato de la cual es víctima.

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