Bicho Y Yo: el dramón del "pinchacito"

El “pinchacito” es parte de esa liturgia bichosa, esos muchos rituales que hace años se vuelven parte de nuestro cotidiano. Y aunque lo naturalicemos, sigue siendo difícil de tragar. Como la pastilla de Azitronavir, que es enorme y sigue molestando. Que no nos quejemos no significa que no moleste. Vamos por la cura, siempre.

Por Lucas Gutiérrez y Jon Amarillo.  De los creadores de “es una pastilla nomás”, hoy les traemos: “es un pinchazo nada más”. Drama, dramón de tintes shakespearenos y con guiños de Tenesse Williams. No importa que vayan más de 9 años de extracciones,  cada vez que me tengo que sacar sangre soy un culebrón. Con 37 eneros capricornianos ya reduje las ideas aterradoras de la aguja partida y las de que entre aire en lugar de salir sangre. Ya no pienso en todas las leyendas urbanas ni calculo el desmayo para no golpearme. Hasta se podría decir que soy un adulto. Pero veo salir a les niñxs con sus brazos pinchados con algo de molestia y un chupetín y yo estoy aterrado, sentado a dos bancos y ubicado a un millón de años luz.   Quiero escribir un manifiesto de la vulnerabilidad de saber que esa extracción será puntapié del estresante proceso que luego nos dirá cómo estamos de defensas y carga viral. Ahora mismo hablaría del cuerpo invadido por la aguja, de la sangre que nos quitan, armaría reflexiones del cuerpo a disposición de vaya unx a saber qué ciencia. Pero no, la verdad es una sola: tengo un cagazo inmenso a las agujas. En rush adrenalínico mientras dura la extracción hablo al triple de velocidad y cantidad de incoherencias. Transpiro frío. Drama emocional. Y de repente: “listo” y yo “¿en serio?” y un festival de exageradas gracias y promesas mentirosas como “la próxima vengo más tranqui”. El “pinchacito” es parte de esa liturgia bichosa, esos muchos rituales que hace años se vuelven parte de nuestro cotidiano. Y aunque lo naturalicemos, sigue siendo difícil de tragar. Como la pastilla de Azitronavir, que es enorme y sigue molestando. Que no nos quejemos no significa que no moleste. Vamos por la cura, siempre. (Y por los chupetines, por que a los “adultos” nos dan café horrible de máquina).

Entrá a Presentes cada jueves para encontrar una nueva entrega de Bicho y yo.
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