Marta Dillon: “No hay derechos humanos sin feminismo”

Foto de apertura: Sebastián Miquel Por María Eugenia Ludueña Un mes antes del #8M, Marta Dillon se sentó en una de las salas de los tribunales de Comodor Py para declarar en un juicio por el secuestro y la desaparición de su madre, Marta Taboada. Llevaba la remera de Ni Una Menos –movimiento que del…

Foto de apertura: Sebastián Miquel Por María Eugenia Ludueña Un mes antes del #8M, Marta Dillon se sentó en una de las salas de los tribunales de Comodor Py para declarar en un juicio por el secuestro y la desaparición de su madre, Marta Taboada. Llevaba la remera de Ni Una Menos –movimiento que del que participa desde sus inicios, en 2015-, el pañuelo de H.I.J.O.S., el pañuelo verde por el Aborto legal, seguro y gratuito. Activista, periodista, escritora, feminista, lesbiana, Marta Dillon le puso y le pone la voz y el cuerpo a la militancia. Dirige el Suplemento Las Doce (pagina/12), una publicación pionera en incluir perspectiva de género en los medios, y estuvo en el nacimiento del Soy, con foco en la diversidad sexual. A una semana del Paro Feminista del #8M, responde a las #5PREGUNTAS:

-¿Qué lugar ocupan las feminidades diversas en Ni Una Menos?
-El lugar que tienen es el que tenemos todas. Ni Una Menos es un movimiento que habla en femenino y contiene las formas de nombrar a otras identidades que también son vulneradas por el patriarcado. Por eso en nuestros documentos aparece siempre una enumeración que dice “mujeres lesbianas travestis y trans”. También aparece la x  como incógnita y se habla en femenino, pero no un femenino biologicista, sino en un femenino donde entran los cuerpos feminizados. Lesbianas hubo siempre en Ni Una Menos, no es que hubo proceso de ampliación ni reconocimiento. Nosotras existimos, nos narramos, nos contamos, y en ese nosotras estamos desde el principio las mujeres lesbianas, travestis y trans. Lo que sí creo es que en la construcción de documentos y en los procesos asamblearios hoy esos cuerpos aparecen con más fuerza.
-¿Qué consignas de Ni Una Menos te parecen más difíciles de ser escuchadas y amplificadas?
-No sé si hay consignas más difíciles La complejidad es poder seguir aportando a lo que significa la violencia machista y patriarcal. Esto es lo más difícil, porque puede parecer que es fácil hablar de, por ejemplo, abuso sexual en un determinado momento. Parece que es fácil en el debate hablar de aborto. Pero cuando las feministas nos corremos de la agenda estricta de género, como estas cuestiones que atraviesan al cuerpo y las violencias, es más difícil ser leídas y más fácil ser atacadas. Cuando hablamos de economía, de acceso al trabajo, de trabajo doméstico no remunerado, cuando nos ponemos a pensar en el Estado y en la exclusión de la riqueza, ahí hay alguna dificultad. Y ese ha sido el gran aporte de Ni Una Menos: entender que la violencia machista no es un tema de relaciones interpersonales. La violencia machista es una estructura y un engranaje entre el cruce de las violencias machistas interpersonales, y la violencia social e institucional que se ejerce desde el Estado.
-Sos una lesbiana visible, una persona con vih visible. ¿Te trajo o trae conflictos esa visibilidad, como la vivís?
-En algún momento el tener vih y decirlo me puede haber traído algunos problemas. Pero en rigor el problema no ha sido decirlo sino los problemas que genera vivir con vih. Hace poco fui al dentista y casi se desmaya cuando le dije que tengo vih. Para mí la visibilidad es más una protección que un riesgo. Todo lo demás, es decir lo que no sea visible, para mí es de alguna manera, hipocresía. Y no digo que todo el mundo tenga que ser visible. Pero para mí todo lo que no es visibilidad es hipocresía y afecta a mi familia. Si no dijera que soy lesbiana, por ejemplo, mi hijo no podría explicar cómo es su familia. Para la mí la visibilidad es protegernos y liberar esa potencia lesbiana.
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-Militante de derechos humanos, hija de Marta Taboada, desaparecida por la dictadura; feminista, lesbiana. ¿Cómo afrontás esa multiplicidad de luchas? ¿son una sola?
– Sí, para mí son una sola. Y quedó muy claro el 8 de febrero. El 8 de febrero, un mes antes del #8M, Marta declaró como testigo del secuestro, el asesinato y la desaparición de su madre, Marta Taboada. Fue en un juicio que investiga delitos de lesa humanidad contra ciento cincuenta personas en el centro clandestino de detención, tortura y extermino Puente 12. Miguel Osvaldo Etchecolatz, el represor que estuvo a cargo de la Dirección General de Investigaciones de la provincia de Buenos Aires, es uno de los nueve acusados. -Cuando declaré en el juicio, con las compañeras de Ni Una Menos construimos un documento que hace visible esto de que lo que nosotras hablamos. Hablamos desde el feminismo, poniendo en cuestión lo que pasa puertas adentro de las casas. Cuando decimos que la casa de un genocida es la cárcel, es porque nosotras construimos otras casas y lazos. La dictadura necesitó determinado rol para las mujeres. Y aunque haya terminado el terrorismo de Estado, sabemos que muchas de sus ideas y modos de disciplinamiento han permanecido.  Y en esos modos sigue habiendo un papel específico para las mujeres. Pero no hay derechos humanos sin feminismo. El feminismo le ha aportado a las luchas de los derechos humanos, especialmente las luchas de los crímenes de la dictadura. Abrieron la posibilidad de que las mujeres hablen y cuenten también acerca de los delitos sexuales, para que se entienda que los delitos que se cometieron contra las mujeres en los centros clandestinos no fueron una forma más de tortura. Los cuerpos de las mujeres, las niñas y los niños fueron tomados como botines de guerra, donde se escribieron mensajes violentos y con fines moralizantes para ellas y sus compañeros.
-Vivimos un momento de feminismo en expansión y sin vuelta atrás  ¿Qué creés que le está faltando al feminismo hoy?
-Creo que nos falta seguir construyendo sentido, llegando a muchísimas mujeres que aún nos ven con resquemor. Me parece que nos falta llegar a las mujeres campesinas, a las de los barrios. Quebrar este sentido de que el feminismo viene a poner en riesgo alguna identidad Nos falta pensar de qué manera esta potencia que se libera en las calles y asambleas, se puede conjugar en un modo de acumulación, en el sentido de que no tengamos que volver a empezar de cero cada vez sino lograr acuerdos básicos y que nos permitan seguir trabajando. Por otro lado, una de las fuerzas más importantes del feminismo es su transversalidad. Hay que estar alertas a las apropiaciones rápidas que quieren hacer del feminismo algunos sectores y movimientos. Nuestra necesidad es plantarnos frente al poder y a todas las opresiones. Eso es lo más urgente.]]>

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