#BesosLesbianos Juicio a Mariana Gómez: justicia de ciencia ficción

El martes 27 de febrero la Cámara de Apelaciones debe decidir en una audiencia publica si hace lugar al pedido de la defensa de sobreseer a Mariana Gómez, procesada por resistencia a la autoridad y lesiones.

El martes 27 de febrero la Cámara de Apelaciones debe decidir en una audiencia publica si hace lugar al pedido de la defensa de sobreseer a Mariana Gómez, procesada por resistencia a la autoridad y lesiones.

El 2 de octubre de 2017 fue detenida y golpeada por la policía cuando besaba a su esposa Rocío Girat en el barrio de Constitución. Además de procesada, fue embargada. Así lo decidió la jueza María Fontbona de Pombo el 29 de diciembre.
Ante este panorama, la abogada y activista lesbiana Luciana Sánchez escribió esta columna de opinión en clave absurda.
Por Luciana Sánchez*  Distopía sobre la audiencia que acontecerá el martes 27/2/18. Los nombres han sido alterados para proteger a lxs protagonistas. Constitución, mediodía ajetreado. En el hall de la estación de subte hay gente que entra y sale, vendedoras ambulantes acomodando su mercadería. Algunas personas fuman. Solamente dos personas, María y Rosa, se despiden a los besos, abrazándose. El agente de Metrovías González, junto con el oficial de policía Marrón, están a varios metros de allí, mirando. Ven a Rosa y María despedirse. Ven que a María le cuelga entre los dedos la mitad de un cigarrillo que se consume. González encara primero, camina hasta las pibas, y acá es donde todas las lesbianas del mundo nos imaginamos que, el agente González de Metrovías le pide muy amable y respetuosamente a María que apague el cigarrillo. Pero María es una de esas lesbianas quisquillosas que vive en el pasado. Y aunque duda un poquito de sí misma y mira a su alrededor primero para no equivocarse, mira a González a los ojos, y le dice: hay otras personas fumando (punto uno); termino el cigarrillo y me voy (punto dos); no podés tocarme, porque sos masculino y yo soy mujer (punto tres). Claro. María cree, en ese mismo momento, que ha sido víctima de perfilamiento discriminatorio por parte del agente de Metrovías. María cree que González se acercó, porque ella y Rosa son dos lesbianas que están expresando públicamente su afecto, y que se trata del típico chongo acosador, que si tiene un milímetro de autoridad como una chomba de Metrovías, lo va a usar para acosarte de algún modo cuando tenga la más mínima oportunidad o excusa pedorra. También cree que la violencia puede pasar a ser física en cualquier momento, y como vive en el pasado donde el mundo era binarista en cuestiones de género, trata de que, por lo menos, sea otra piba la que le ponga las manos encima. Pero González es un agente del futuro, del cambio, y la respuesta de María lo atemoriza, con razón, por lo que va a buscar al policía Marrón, a quien le comunica el incidente. Marrón no necesita saber más, por suerte está armado, equipado para intervenir, y entre él y González seguramente van a poder controlar la situación. Hay que detenerla ya mismo, antes de que huya y cause más daños. Ante la intervención del oficial de policía armado, María profundiza aún más su error, malinterpretando nuevamente la situación. Porque las reglas son claras ahora, y se aplican puntillosamente. ¿No? O sea, no es como para interpretar que si sos mujer y viene a detenerte un policía varón, lo hace a propósito. Aunque cinco minutos después y a su requerimiento, aparezca una policía femenina, bien femenina. María tampoco entiende que las partes del cuerpo están ahora deconstruidas y desjerarquizadas, y por lo tanto nuevamente interpreta como una agresión sexual el hecho que el policía Marrón la pechee en sus tetas, o más bien lo intente, porque ella alcanza a levantar sus brazos y proteger aquello que cree aún valioso, íntimo. Producto de esta defensa obsoleta, Marrón resultó con un golpe en su rostro. Y por último lo que María no sabe, o no entiende, o no quiere entender, porque vive en el pasado, es el paradigma del mundo actual, que es un paradigma ciento por ciento lésbico, que se asienta sobre los dos principios morales lésbicos clásicos, a saber: -La “fiereza” de su “odio irracional hacia los varones”, que las lleva permanentemente a intentar castrarlos, “atacando sus testículos” -El “deliberado desprecio” hacia los “atributos femeninos” que lleva a las lesbianas a “atacar a las mujeres para desfigurarlas”. Es por esto que en la actualidad las lesbianas somos consideradas seres superiores, diosas llenas de privilegios. Además, se nos ha implantado un microchip que nos da superpoderes: -La “agresividad natural” de las lesbianas, especialmente las “masculinas” -La “magnitud” de su “fuerza” “superior a la de una mujer” e incluso a la de “varios hombres” Por eso, pedimos que antes de condenarla por lesiones y resistencia a la autoridad, consideren estos errores. María ha sido descongelada recientemente, y no maneja aún su natural agresividad y su superfuerza. Prueba de que el chip de superfuerza recién está iniciando, es que a pesar de haberle propinado una patada en los testículos al oficial Marrón, este no sufrió en sus testículos la más mínima lesión ni consecuencia. Tampoco se han producido desfiguraciones permanentes en la oficial Villa Diamante. A inicios del proceso se temió que podría quedar pelada de manera permanente, ya que María le había arrancado un mechón de pelo durante su arresto. De todas maneras, no se nos escapa que fueron necesarios tres agentes gubernamentales para reducirla y arrestarla, dos de ellos armados. Y que ella sólo resultó con lesiones tan leves a consecuencia de tal situación, que no es necesario ni tenerlas en cuenta. Aunque es cierto que María usó como excusa haber sido golpeada en la cabeza y tener una lesión en el pie derecho, no era como para no poder caminar y obligar a los policías a arrastrarla por todo el hall de Constitución. Policías heroicos, que a pesar de haber sido heridos por María, la trataron siempre muy correcta y respetuosamente durante su arresto y traslado. En conclusión, si bien nos parece excesivo que María sea condenada, debido a que su conducta estuvo motivada en el error, entendemos que la jueza actuó bien, cuando procesó a María por lesiones y resistencia a la autoridad. Actuó de buena fe, tratando de proteger a los agentes estatales del abuso de poder lésbico, un crimen que en estos días corroe los cimientos de nuestra sociedad». *Luciana Sánchez es abogada y activista lesbiana feminista, integrante de Colectivo para la Diversidad. 
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