Así funciona el primer policlínico para personas trans en Santiago de Chile

En una pequeña oficina del Hospital Sótero del Río, ubicado en Puente Alto, uno de los barrios más populosos de Santiago, están las fichas de los primeros usuarios del "Poli trans", un proyecto que nació el año pasado para asistir a personas trans, pero que no fue oficializado sino hasta principios de este mes.

Por Airam Fernández, desde Santiago de Chile En una pequeña oficina del Hospital Sótero del Río, ubicado en Puente Alto, uno de los barrios más populosos de Santiago, están las fichas de los primeros usuarios del «Poli trans», un proyecto que nació el año pasado para asistir a personas trans, pero que no fue oficializado sino hasta principios de este mes. No hay banderas ni arcoiris. Nada que indique que ahí funciona ese lugar. Es una oficina temporal y el único espacio que tenían para empezar, explica el doctor José Luis Contreras, encargado del Programa de Identidad de Género de ese hospital, el primero en su tipo en la Región Metropolitana. A pesar de la ausencia de simbología LGBTI, todos en el centro asistencial saben que en el pasillo 8 funciona el “Poli trans”, como lo bautizaron informalmente en junio pasado, con las primeras inscripciones.

Por iniciativa de lxs trabajadores

“Nos dimos cuenta de que muchos profesionales estaban sensibilizados por el tema y acogían requerimientos de personas trans casi de manera clandestina, sin que muchos lo supieran”, cuenta Contreras, quien además es jefe del Centro de Responsabilidad del área ambulatoria del hospital. Cuando supo lo que ocurría, decidió conformar un equipo de trabajo con profesionales de distintas áreas médicas que trabajan el tema o que estaban interesados en investigar. Así establecieron un protocolo que hoy incluye desde atención psicológica individual y familiar, hasta tratamiento hormonal gratuito, gracias al financiamiento del Servicio de Salud Metropolitano Sur Oriente. Para eso capacitaron a 250 profesionales de atención primaria, entre médicxs, trabajadorxs sociales, psicólogxs y profesional administrativo, con la guía de activistxs de Organizando Trans Diversidades (OTD), señala el encargado del programa.

Cómo inscribirse

Vivir en algunas de las comunas del Sur Oriente de la ciudad y estar inscritos en Fonasa (el organismo público que administra los fondos estatales destinados a la salud en Chile) son los únicos dos requisitos que deben cumplir las personas trans que busquen orientación y que quieran inscribirse. El primer paso es asistir a una entrevista con una trabajadora social para llenar la ficha de ingreso, quien luego deriva a la persona a otra entrevista en el área psicológica. Si quiere, puede continuar con un proceso de psicoterapia. Aunque este paso es opcional, el doctor Contreras señala que la mayoría no lo descarta. “El acompañamiento psicológico es muy importante porque la población trans no está exenta de las patologías de salud mental que pueden tener otras personas. Hemos visto que un tercio llega con depresiones severas por rechazo familiar, discriminación y vulneración de derechos”, dice Contreras. Según datos de la “Encuesta T” de la OTD, la primera investigación independiente publicada el año pasado sobre la situación de personas trans en Chile, más de la mitad de la población (56%) ha intentado quitarse la vida y un 84% admite haberlo intentado antes de los 18 años.

Terapias hormonales

Puente Alto, además, tiene los índices más altos de femicidio y violencia intrafamiliar. “Para nosotros estos datos son fundamentales y por eso ponemos tanto énfasis en el área psicológica, para poder acompañarles como se debe en su transición”, explica el médico. El tercer paso es la derivación al área de endocrinología, para un chequeo médico completo. Así determinan el tratamiento hormonal a utilizar. En este punto se ha presentado uno de los mayores desafíos, confiesa el doctor: “Las endocrinólogas infantiles del hospital han estado más reacias a involucrarse”. De las 65 personas que se han inscrito en el programa, doce son jóvenes de 17 y 18 años y hace algunas semanas se integró un niño de 10, precisaron desde el Servicio de Salud Metropolitano Sur Oriente. Por eso están en conversaciones con un especialista del hospital de la Universidad Católica, para empezar a trabajar en conjunto. Por ahora, solo en contención y orientación, pues las infancias trans quedaron excluidas del proyecto de Ley de Identidad de Género, que se discute desde hace cinco años y que en enero pasó a tercer trámite, para continuar su discusión en marzo en el Senado.

“Este hospital fue mi puente”

A pesar de que la iniciativa del hospital Sótero del Río no es la primera en abordar temas trans desde la salud pública, sí es la única que lo hace de esta forma en la Región Metropolitana. “Nuestra visión es integral y en la medida de lo posible involucramos a la familia en todo el proceso”, dice Contreras. El hospital Las Higueras, en la ciudad de Concepción, tiene un programa similar. En Valparaíso, el hospital Carlos van Buren es el más avanzado en temas de reasignación de sexo, de la mano del urólogo Guillermo Mac Millan. Uno de los grandes aprendizajes que han tenido en el Sótero, es que no todxs quieren llegar hasta el proceso de reasignación de sexo. “Cuando partimos con el proyecto, pensamos que iba a ser todo lo contrario”, reconoce Contreras. Para asistir y acompañar a quienes sí quieren dar ese paso, las autoridades del Sótero del Río establecieron una alianza con el doctor Mac Millan, quien lleva más de 40 años realizando cirugías de genitoplastía y mantiene listas de espera de hasta tres años.

Romina, la pionera

Romina Zúñiga, de 28 años, es una de las primeras mujeres trans que llegó a buscar orientación al hospital público de Puente Alto, cinco años atrás. “Cuando quería empezar mi proceso de transición, agendé una hora con una psicóloga en otro lugar, pero no tenía idea de esto ni de cómo ayudarme con lo que me estaba pasando. Lo único que me dijo es que conocía a una asistente social de este hospital, que a su vez conocía a un endocrinólogo interesado en trabajar el tema trans. Así fue como llegué”, cuenta Romina. En ese tiempo, para acceder al procedimiento necesitaba un certificado psiquiátrico, firmado por un equipo de psiquiatría. “Era visto como una patología. Ya no es así, al menos no aquí. Pero el inicio de mi proceso fue larguísimo y sin ese certificado, que me tardé un año en conseguir, no podía iniciar mi tratamiento hormonal”, recuerda. Si antes gastaba 300 mil pesos cada tres meses (500 dólares apróximadamente) en Decapeptyl, un medicamento depresor de testosterona, sumados a 45 mil pesos al mes (75 dólares) en tres cajas de Estradiol, ahora no paga nada. “Siempre digo que mi familia ha sido mi pilar fundamental en todo este proceso. Y después está el Poli trans. Sin el trabajo de todos ellos, yo no estaría ni cerca de mi cirugía de reasignación. Este hospital fue mi puente para poder llegar al de Valparaíso, que es donde me van a operar”, dice Romina. Como su experiencia ha sido positiva, ha ido regando la voz entre la comunidad. Dos de sus recomendadxs ya tienen sus fichas en este lugar. En marzo, será la primera usuaria del programa de Identidad de Género de este hospital en practicarse una cirugía de reasignación sexual.]]>

Somos Presentes

Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.

APOYANOS

Apoyanos

SEGUINOS

Estamos Presentes

Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.

COMPARTIR