Entrevista: "Lo genital no identifica a una persona"

Gian Franco Rosales es el primer hombre trans en ocupar un cargo jerárquico en la función pública en Argentina.  El director de Diversidad del partido de Avellaneda cuenta cómo fue el camino que transitó desde que gugleó «Un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer», hasta los desafíos que afronta hoy como funcionario en…

Gian Franco Rosales

Gian Franco Rosales es el primer hombre trans en ocupar un cargo jerárquico en la función pública en Argentina.  El director de Diversidad del partido de Avellaneda cuenta cómo fue el camino que transitó desde que gugleó «Un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer», hasta los desafíos que afronta hoy como funcionario en materia de salud y derechos. Por María Sucarrat Fotos: Ariel Gutraich Gian Franco Rosales es director de Diversidad del partido de Avellaneda. Es el primer hombre trans en ocupar un cargo jerárquico en la función pública, la primera persona trans que hizo un cambio de identidad en esa localidad. Activista de la Asociación de Travestis, Trans y Transgénero de la Argentina (ATTT) y de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), nada en su recorrido fue de un día para el otro. La identidad no apareció a la vuelta de una esquina de Avellaneda. -No me sentía respetado por mi familia. Entonces, decidí dejar mi casa. Durante seis años vivió en diferentes lugares. Cuando decidió quién realmente era, volvió a Avellaneda. En 2011, se anotó en la universidad para estudiar la Licenciatura en Informática y pidió que se le respetara la identidad. Le dijeron que no, que debían inscribirlo según su DNI. A los pocos días, Gian volvió a la oficina con una carpeta que contenía resoluciones que ya existían en la Universidad de Córdoba, en la UBA y en otras partes del país. La dejó allí. En marzo, lo esperaba una carta. La Universidad había emitido una resolución de respeto a la identidad, para su caso y para todos los demás. -El rector me convocó para felicitarme. Me pidió un curriculum y lo pasó a la Municipalidad. Fue así como empecé a trabajar. Al principio, por sus conocimientos en informática, ocupó un lugar en la oficina de cámaras de seguridad. Meses después armó un proyecto sobre diversidad y se lo llevó al intendente Jorge Ferraresi (Frente para la Victoria). Casi inmediatamente fue trasladado al área de salud para trabajar en un programa sanitario. Gian fue la primera persona trans en trabajar en el municipio. Hoy son al menos seis las que ocupan cargos.

«Vivimos en una sociedad falocentrista»

-Avellaneda hace punta en la inclusión. La diversidad es una política pública. De hecho acá se votó la adhesión a la Ley provincial del cupo trans aunque para el intendente Jorge Ferraresi no era necesario. Él tiene un compromiso desde 2012 y la Dirección de Diversidad se abrió en marzo de 2016. -¿Qué significa trabajar en salud en diversidad? -Significa brindar capacitaciones en unidades sanitarias para explicar cómo es tratar a una persona trans, sobre todo a un hombre, porque las mujeres trans son más conocidas. -¿Cómo se trata a una persona trans? -Una persona trans construye su identidad en un género por fuera de lo que se dispone social y culturalmente. Y también por fuera de la medicina, por fuera del sexo que se nos asignó al nacer. Porque cuando una persona, nace no se toma en cuenta ninguna otra cosa más que los genitales que esa persona tiene. Es más, ni siquiera se tiene en cuenta la vagina. El género se otorga por la presencia o la ausencia de un pene. Desde ese momento ya sabemos que vivimos en una sociedad falocentrista. -Lo genital a primera vista -Sí, la constatación de lo genital externo. Y lo genital no identifica a una persona. La ley dice que se trata de la vivencia interna individual. No sólo las personas trans construyen su identidad de género sino que todas lo hacen. La diferencia es que las personas, en general, construyen una identidad acorde a lo que la sociedad espera. Nuestra construcción va más allá. Gian Franco Rosales
Acercar a los hombres trans a la salud
Cuando Gian y su equipo llegan a una unidad sanitaria, muchas veces quienes están allí no saben lo que es una persona trans. Si es una travesti, en general, la tratan en masculino. “Yo conozco al travesti del barrio”, suelen decir los vecinos. Por eso, lo primero que se hace es trabajar en el trato hacia las personas, sin presuponer lo que es, por ejemplo, porque tiene las uñas pintadas. Acercar a los hombres trans a la salud es algo más complicado, sobre todo a las consultas ginecológicas, a las ecografías transvaginales o mamarias. Por eso, en las unidades sanitarias se capacita a los profesionales en la no discriminación. Se les enseña a armar fichas de personas trans con el debido respeto a su identidad, tenga o no DNI.

Demoras en partidas de identidad de género

-¿Cuántas personas trans viven en Avellaneda? -En ningún lugar podemos saber la cantidad. Pero sí que desde que se sancionó la Ley de Identidad de Género hasta junio de 2016, hay 181 personas trans que hicieron su cambio de identidad. Sabemos que hay muchísimas más que no lo han hecho por algún problema personal, familiar o laboral. Pero no todas las personas trans quieren visibilizar su identidad, y eso es tan válido como visibilizarla. Consideramos que todavía hay una carga negativa sobre ellas. A la Dirección llegan muchos que vienen a hacer cualquier consulta y dan el nombre de su DNI. Por ahí, la persona se trata en femenino y dice que se llama “Damian”. A casi cinco años de la ley, la gente en general no sabe que puede cambiar su documento. -¿Qué grado de dificultad tiene hoy el acceso al cambio? En Ciudad de Buenos Aires, las partidas salían en un mes. Hoy tardan seis. En Avellaneda, un poco menos.

«No tenía la menor idea de lo que era un hombre trans»

En 2006, Gian puso a un lado todo lo conocido y escribió en Google: “Un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer”. Después buscó páginas de España y se encontró por primera vez, en la virtualidad, con “hombres trans”. Enseguida supo qué era lo que buscaba. La identidad con la que deseaba vivir. Nunca más se sintió solo y exigió que lo trataran de «él». Sus afectos , sin embargo, le decían que dijera lo que dijera, siempre iba a ser una mujer. Gian sufrió. Supo que su construcción como personas trans la caminaría en soledad. -Tuviste que salir de Avellaneda para construir tu identidad. -Acá no pude hacerlo, por mi familia y por toda la gente que me conocía. La discriminación afecta tanto a las personas que no las deja avanzar. Una vez fuera de mi lugar, pude ver todo de otra manera. Ya no sentía que era una carga. -¿Saliste de Avellaneda siendo quién? -No me fui siendo un hombre trans. Es más, no tenía la menor idea de lo que era un hombre trans. Yo me consideraba lesbiana, que era lo más cercano a lo que podía llegar a entender. Mi grupo de amigas era de lesbianas. En realidad, cuando públicamente pude decir “soy lesbiana” lo hice sabiendo que tampoco era esa mi identidad, había algo que no me cerraba. La construcción asume la deconstrucción y el proceso es largo. Hoy Gian lleva adelante un tratamiento de fertilización para gestar un embarazo. Él y su pareja, una chica trans, quieren ser padres. Para eso debió dejar de lado su tratamiento hormonal. Necesita volver a tener el mismo nivel de estrógenos que tenía antes de ser Gian. Hace unos meses logró un embarazo que se perdió a las ocho semanas. Pero no se rinde y hoy repite todos los estudios para intentarlo otra vez. Mientras tanto, pone en marcha un programa, inédito a nivel nacional, que consiste en trabajar con migrantes y afros. Busca dar a las personas trans un abanico de posibilidades para que puedan vivir y trabajar. Se construye y se deconstruye. Y su lucha sigue sorprendiendo.

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